Algunos podrían pensar que los conocimientos sobre pedagogía y didáctica están reservados al espacio escolar, pero nada está más lejos de la realidad actual. La verdad es que vivimos en ciudades que se denominan a sí mismas educadoras o de aprendizaje, trabajamos en organizaciones que aprenden, se invita al autodescubrimiento personal y crecemos con la consigna de aprender a lo largo de la vida. Todo esto nos habla de un ecosistema en el que el aprendizaje constante es el común denominador. La cuestión es que comúnmente escuchamos la frase aprender a aprender, pero nadie nos dice quién nos enseñará a aprender.
Es en ese punto donde se hacen fundamentales los formadores, los que podemos decirle a la ciudad cómo convertirse en ciudad de aprendizaje, ayudar a las organizaciones a aprender y a desarrollar su talento humano, apoyar a los sujetos en su proceso de autodescubrimiento para entender la formar como ha de aprender a lo largo de la vida.
Si pensamos en una organización, sabemos que en todas ellas hay procesos, valores y procedimientos que todos sus miembros necesitan aprender y que las organizaciones del futuro constantemente se están autoevaluando para tomar las mejores decisiones que aseguren su sostenibilidad en el tiempo.
En estas organizaciones suelen ser a los equipos de talento humano o de comunicaciones a quienes se les asigna esta tarea. Ellos, aunque se empeñan en lograr que todos los equipos aprendan los valores y metas compartidas de la organización, realmente no pueden ver todos los elementos precisos cuando se trata del desafío de hacer que alguien aprenda algo.
Es por eso que quiero invitarte a pensar cómo puede enriquecerse tu equipo de trabajo con la participación de un formador, de un profesional con conocimientos de pedagogía y didáctica que pueda ayudarte a desarrollar el talento de tu organización. El resumen lo dejo en las 5 cosas que puede hacer un formador en tu equipo de trabajo
- Un formador siempre te ayudará a pensar en la finalidad de lo que hace tu equipo. Cuando eres formador siempre te preguntas cuál es el propósito de lo que haces, qué cambio quieres lograr, qué necesitas que los otros hagan, y eso se convierte en el punto de partida.
- Desde el lugar del formador siempre es prioritario el otro a quien van dirigidos nuestras comunicaciones, nuestras acciones, nuestras ofertas y nuestros servicios. Por supuesto, este enfoque puede ayudarte a tener mayor satisfacción en el entorno laboral o mayor satisfacción del usuario o destinatario final de tu servicio.
- Tener un formador en tu equipo te garantizará contar con alguien que siempre esté pensando en diseñar la experiencia de formación más adecuada para los participantes. Y esto puede darse en tres sentidos: a) haciendo que la organización aprenda de sí misma, b) diseñando el mejor proceso para la formación de tu talento humano y c) diseñando las experiencias de formación de los usuarios.
- Seleccionar la estrategia más adecuada de acuerdo con el contenido que tú quieres desarrollar en tu proceso de formación. Este ejercicio de diversificar las estrategias de formación, teniendo como base diferentes perspectivas didácticas, es muy importante porque agrega valor a tus propuestas, según sea el contenido, el usuario y la finalidad.
- Los formadores sabemos que lo que no se evalúa no se puede mejorar, y hablamos de evaluar en el sentido amplio de valorar lo que hacemos, teniendo en cuenta los aciertos y los ajustes necesarios. A partir de ese ejercicio constante de evaluación se pueden aplicar mejoras a los procesos relacionados con la formación en los que interviene y esto sin duda redundará en que en cada momento la experiencia sea más cualificada.
Así que si todavía no tienes un formador en tu equipo de trabajo te invito a vincular uno, verás cómo se pueden enriquecer las acciones que vienes desarrollando con el propósito de transformar, enseñar o formar a otros.
Rosa Bolívar / formadora de formadores